martes

Gotas

Cinco golitos tiene la loba, granas y azules detrás de la bota.
Hoy ha sido un día divertido. Largo para los merengues. También suspendí un examen, ya veremos si no la evaluación completa.

Anoche, mientras veía el partido, un chico que conocí hace unos días, que por cierto no sé ni de dónde es, dudo entre Barcelona o Bilbao (xD) me propuso participar en un juego. Se llama "Cadáver Exiquisito" y no, no tiene que ver con la necrofília. Se trata de jugar en grupo, al menos dos personas. Una escribe un texto, y la otra persona sólo puede ver éstas dos últimas frases, las cuales esa persona tendrá que enlazarlas con otro texto que invente, y la primera persona, sólo leerá las dos finales del segundo texto. Como estamos lejos, lo haríamos por correspondencia. Es algo lioso cuando te lo cuentan, pero me puse a pensarlo debajo del edredón y supongo que el calorcito me hizo comprenderlo mejor.
He perdido soltura al escribir. Aunque ¿en realidad tuve soltura alguna vez?

Salí por la puerta de clase pensando: que llueva, que esté lloviendo, por favor. Bajamos un grupo de compañeros por las escaleras, mirando por las ventanas si llovía. Unos decían que sí, otros que no, pues en realidad era muy fina y la niebla no dejaba ver. Lo averiguamos cuando salimos al patiejo, donde decidida salí y los demás gritándome estaban que por el techado me fuera para no mojarme. ¿Qué más da mojarme veinte metros si tengo que llegar hasta casa andando?
"Que no esté mamá en la puerta, que no esté", pensé, pues cuando llueve, suele ir a por mí para no mojarme. ¡No estaba! Me esperaba un paseíto hasta casa. Saqué el móvil, sin acordarme de la lluvia, mojado se quedó, húmedo aún está. Me puse la canción y eché andar. Creo que nunca he ido tan lento a mi casa.
Añoraba la sensación de notar las gotas chocar contra mi cara, y de las gotas que caen sobre mi pelo, que a buena hora de la mañana hasta estaba algo decente. Los rizos se alargaban y la cabeza, echada para atrás estaba cómoda. Llegué a pasar por una calle donde cerré los ojos y casi me caigo por ello, por hacer la pava, por imaginarme que no estaba aquí, que no tenía horarios ni quehaceres,que a él también le tenía. Que lo único que necesitaba era eso, lluvia.


2 comentarios:

  1. La lluvia... Es increíble sentir las gotas golpeándote la cara y cerrar los ojos mientras una canción (y alguien más) inunda tu cabeza. Lluvia, que al final, cuando ya se acaba, se convierte en humo y se pierde de nuevo entre todo los huecos del mundo.

    Concéntrese Sonia! :)

    ResponderEliminar
  2. yo he hecho un montón de cadáveres exquisitos y salen unas cosas graciosisimas :) muchas suerte con el vuestro ^^

    ResponderEliminar