Tengo ganas de volar, de chillar, también de amar, por qué no, también de follar, incluso de calmar, observar, telefonear, mandar, enviar, besar, alcanzar, por supuesto que viajar y soñar, además de imaginar, y cientos de verbos de la primera conjugación como luchar o consagrar.
Me acaricia con seda, como la mayoría de las veces. Es suave, es cálida, también rosa y fina. Después suele llegar la primavera, que la sangre altera, y empieza la lija. Del número dos, no es gruesa, se puede soportar y además, le da por combinarse con la seda, y llega a estresar porque no sé dónde coño meterme. Y luego, va por rachas. Cosas imprevistas que ¡ZAS!: lija. ¡UOH!: seda. Y me gusta. Es como yo.
Mientras estaba esperando a una amiga en el baño, una chica, morena, altita, con ojos expresivos y pintados, labios rojo putón, pelo liso asiático y guapa, muy guapa me saludó.
Nos felicitamos el año sin conocernos, también me preguntó qué le pedía a este año.
-Lo de siempre, ¿no? Salud, dinero, amor...
-No, que va. Supongo que no lo sé, quizá suerte. Quizá nuevos versos que me inspiren y un beso a la salida.
-Pues yo le pido amor. Bueno, y trabajo, que está la cosa chunga. Creo que te toca pasar.
-Sí
Muá, muá.
Realmente me da igual que sea nuevo año. Las cosas no van a cambiar.
Y no, no le pido nada al dos mil once.
Cuanto más quieres algo, más tarda en llegar y antes se jode.
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