viernes

A de anécdota.

¡Saludos navideños!

Hoy he tenido un momento de los mejores de esta semana.
La buena gente me dejó en la parada de bus para irme a mi rica casita, que ya hacía un frío que pelaba y no me apetecía pulular por las calles. Me senté en la parada y en eso que vino una mujer mayor, y se sienta a mi lado. Todo normal, ¿no? Me pregunta cuál cojo: ¡anda, pues el mismo que yo! Y en eso que pienso:
OH NO, UNA ABUELA CASCORRA...
Pero cuál fue mi sorpresa, que al hablar y hablar la una con la otra, me quedé pasmada. Ella querría haber estudiado Derecho, como yo quiero. Ahí supongo que fue cuando cogí interés en la conversación. No pudo estudiar porque su madre decía que con coser tenía bastante: ¿para qué más? La mujer, parecía triste, aunque comprendía en cierta forma a su madre: eran otros tiempos.
Me fue contando sobre su vida, dónde vivía antes, de qué pueblo era, qué creencias tenía y de ahí salió el tema de la religión. Me asombró bastante el vocabulario que utilizaba. Hablaba correctamente, sin apenas típicos fallos de pueblo y de la edad, y se expresaba que ya quisiera yo poder hacerlo así. Ella creía en algo, en un dios, pero no en la Iglesia. Además, me contó anécdotas divertidas sobre el cura de su parroquia cuando ella le dijo:

"-Padre, la homilía de hoy me ha defraudado.
+¿Por qué?
-Pues porque a ahí dice que los ángeles no tienen sexo en el más allá. Y yo digo que si en el más allá voy a ver a mi marido, y no voy a tener sexo, ¿para qué quiero ir? Prefiero ir al infierno que hay tíos majos."

Y entonces me partí de risa, no podría creer lo que decía. Fue contándome historias y más historias mientras íbamos en el autobús. Animándome mientras tanto a que si de verdad me gustaba Derecho, que siguiera estudiando hasta conseguirlo. Realmente me animó.
Otra risa que me hizo gracia fue cuando yo le dije:
-Muchas pernurias, ¿verdad?
Y ella contestó:
+De penurias nada. Penurias no, putadas.

Iba llegando a mi parada y la verdad es que me entristecía. Quería seguir escuchándola, que me contara sus historias, sus mejores libros leídos, los que dice tener subrayados para después leerle a su marido las palabras, que a sus seis hijos le había inculcado el valor de la lectura...
¡DIOS, PERO QUÉ AMA ES ESA MUJER!
Al despedirme, me dio dos besos, nos felicitamos las fiestas, me dijo que sentía darme la tabarra, pero le dije que al contrario, era todo un placer realmente. Si la veía de nuevo, que por favor la saludara, que no se olvidaría de mí. Ojalá, ¿no? Que alguien a quien no conoces de nada, se acuerde de ti.



Y cambiando de tema, me cae una. Recuperable, sin demasiado agobio esta Navidá.
Hace frío, y me encanta. Haré fotos, y me encanta. Saliré, beberé, dormiré y me quejaré, perfecto.

1 comentario:

  1. Donde yo solía trabajar, siempre iban señoras mayores, y había una especialmnt mayor q contaba unos chistes q alegraban la mañana a cualquiera :) siempre es bueno scuchar a las personas mayores, a mí me encanta.
    un abrazo, y feliz sábado!

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